El primero de ellos y a nuestro juicio el más fundamental es la monta del jinete. Antes de estudiar este factor tenemos que tener claro dos cosas:
a) Una monta desafortunada puede dar al traste con las posibilidades de victoria de un caballo. En este caso, este hecho no puede afectar al valor, que suponemos " real " en un caballo y mucho menos hacernos equivocar en la determinación del valor que el caballo haya dado en esa carrera.
b) A la hora de determinar un pronóstico hemos de saber que por muy bueno que sea el jinete que monte al caballo este hecho jamás podrá acrecentar en demasía las posibilidades de un caballo de valoración inferior o mala.
En condiciones normales y en un handicap que supongamos, a priori, muy igualado, la opinión que tengamos sobre las cualidades de un jinete puede aventurarnos a conceder más posibilidades de victoria a un caballo que a otro. En consecuencia, el caballo podrá evidenciar su valor "real " y podrá acercarse a sus valores máximos.
Las condiciones particulares de cada jinete nos puedan dar también pistas sobre la "infra" o "sobre" valoración que podemos conceder a un caballo en una carrera determinada según los condicionantes de la misma.
Existen muchos ejemplos que pueden explicarnos este comentario. Aportaremos unos cuantos:
.- Hay jinetes que saben "medir" muy bien el paso de la carrera, es decir, la velocidad con la que el caballo debe correrla, y hacen que caballos a los que suponemos una distancia inferior concluyan exitosamente carreras de más distancia.
.- Hay jinetes que, por su predisposición anatómica y la forma especifica de montar, se caracterizan por ser capaces de mantener "arreado" al caballo, sin molestarle en su acción ( posición de monta y braceo). Estos jinetes harán que en las carreras cortas o en las que se piense se vayan a resolver en los últimos metros, su monta favorezca mucho las posibilidades del caballo.
.- En algunos casos las propias condiciones del jinete, monta de amateur o aprendiz, harán disminuir las posibilidades del caballo en las confrontaciones con profesionales. Otras veces, esa misma situación, dependiendo de la valía del jinete aficionado o aprendiz, será concluyente para afianzar las posibilidades del caballo por su situación ventajosa respecto al handicap (descargos de peso).
En segundo lugar y dependiendo de las consideraciones, físicas, funcionales y anatómicas del caballo, nos encontramos con un elemento casi tan importante como el anterior: la distancia de la carrera.
Cada caballo, según las consideraciones antes apuntadas y la evolución que haya llevado en su vida de competición tiene una distancia ideal. Aquella que mejor se adapta a sus condiciones morfológicas y a su aptitud en la competición. En la competición se distinguen fundamentalmente dos tipos de distancia:
a) Las carreras que van desde los 1.200 metros hasta los 1.600 metros. Este tipo de carreras son apropiadas para caballos de arrancada fácil y músculo explosivo. Los llamados " sprinters ". Caballos muy veloces capaces de cambiar varias veces de ritmo durante la carrera.
b) Las largas, carreras que van de 2.200 metros en adelante. Este tipo de carreras, también llamadas en el argot "de aliento" son apropiadas para caballos "de pulmón", "stayers" capaces de correr con un ritmo sostenido y tener la fuerza suficiente para disputar la carrera en los metros finales guardando una punta de velocidad final.
También existen distancias en las que, generalmente, no existen especialistas específicos. Son carreras difíciles de clasificar que por englobarlas en una única categoría aúnan el requisito de que, por encima de las condiciones del propio caballo, por la propia dificultad de las mismas dos hechos se nos antojan vitales: el planteamiento que se haga de la misma y el propio estado de forma del animal. Estas carreras son aquellas que se disputan en distancias que van desde los 1.700 metros a los 2.100.
Existen también, por el contrario, otras carreras en la que si que existen auténticos especialistas. Son la de distancia muy corta o muy larga. Aquellas que van de los 800 a los 1.100 metros o las que sobrepasan los 2.800 metros. Son carreras en las que tienen, en algunos casos un papel muy importante la edad del caballo y sus condiciones físicas. Situación esta que les obliga sólo a poder desarrollar todo su potencial en este tipo de carreras.
Otro condicionante fundamental es lo que hemos dado en llamar el peso añadido. Hemos de diferenciar el peso que le correspondería llevar a un caballo por el valor del mismo, su situación respecto de sus contrincantes en la tabla de valores, con el peso "real" que se ve obligado a llevar el caballo por las condiciones específicas de la carrera y los propios condicionantes de la monta.
La mayoría de las pruebas como ya hemos comentado no se corren a "pesos iguales". De entre el resto, las carreras condicionadas de una u otra manera, hemos de diferenciar aquellas en las que se ofrecen unas condiciones generales de peso (recargos y descargos de peso: por edad, sexo, carreras corridas, premios ganados etc...) y las que se fundamentan en el propio valor del caballo los handicaps ( fundamentalmente, ascendente, descendente y limitado).
Pues bien, en este tipo de carreras la valoración del caballo depende muchas veces de factores, que teniendo relación el "peso" pueden hacer variar mucho la disposición en carrera del caballo, entre otros:
.- La antes comentada especificidad del jinete. Los no profesionales (amateurs y aprendices) reciben en sus confrontaciones con profesionales un beneficio de descarga de peso. Un gran amateur (gentlemen o amazona) o un excelso aprendiz si reciben un descargo de peso pueden rentabilizar su condición de handicap beneficiado en un caballo que, a priori tenga posibilidades.
.- El propio peso "físico" que porte el caballo. El peso que se asigna a cada caballo se compone del peso del jinete, su montura y arreos y unas pequeñas onzas de plomo que ayudan a igual en la báscula este peso con el otorgado en el handicap. Es evidente que, en carrera, no es lo mismo la sola influencia que pueda tener el peso del jinete incluyendo montura y arreos, que si a este peso se le añaden unos "kilos muertos" de plomo.
Nos explicaremos. Imaginemos que a un caballo se le hace correr con 56 kilos de peso en báscula ( para hacernos una idea diremos que el peso normal de los jinetes oscila entre 52 y 55 kilos) y el peso del jinete en aquella, incluyendo arreos y montura, es de 56 kilos. Imaginemos que igualmente a otro de sus contrincantes se le hace llevar el mismo peso (56 Kgs) pero su jinete, incluyendo arreos y montura da en báscula 50 kilos. Los 6 kilos de "peso muerto" en plomo que habrán de añadírsele ofrecerán una dificultad añadida al caballo, pues le impedirán accionar con más facilidad y el caballo los "sentirá más". El sólo peso del jinete en movimiento ofrece menos resistencia porque podrá "apoyarse" en el propio movimiento del caballo.
La realidad cierta es que hay caballos que no soportan para nada el añadido de plomo y eso es una evidencia que se contrasta viendo y analizando carreras. Por el contrario existen otros sobre el que este factor no tiene la más mínima influencia. En el argot se dice que saben mover el peso.
.- Muchas veces por las propias condiciones de la carrera, el propio estado de forma del caballo o su clase hace que muchas veces el peso máximo que por exceso el handicaper le asigna en el handicap o el que ha de llevar en una carrera de condición sea insuficiente para doblegar sus posibilidades.
Hemos mencionado que otro factor determinante es el estado y configuración de la pista. En este caso debemos de distinguir tres condicionantes:
a) La propia composición de la pista: arena o hierba.
Las carreras de caballos se corren, generalizando, en dos tipos de pista: las de arena y las de hierba. En los países europeos, los grandes eventos, las carreras con más premios y prestigio internacional y por derivación el resto de las carreras de temporada muchas veces por la propia climatología y la influencia tradicional británica, generalmente, se corren sobre hierba.En el resto de países con tradición hípica ambas pistas comparten protagonismo, aunque la pista de arena gana, en muchos casos en ese protagonismo, a la de hierba.
b) El estado de la pista: dura, blanda, pesada y muy pesada.
Estas cuatro formas de encontrarnos el terreno se deben fundamentalmente a la composición de la pista y el efecto que sobre ella tiene la lluvia
El efecto de la climatología en el caballo (el pura sangre es un animal muy asustadizo y nervioso con una prodigiosa memoria para los "malos recuerdos") y fundamentalmente en la pista, a veces, es tan determinante, que un caballo con unos condicionantes específicos puede multiplicar en mucho sus posibilidades de victoria. Una victoria que en una situación de normalidad de la pista se nos antojaría imposible.
Así hay caballos que por su propia especificidad física (de constitución débil o quebradiza y propensos a las lesiones, o de constitución muy fuerte y pesada etc...) mejoran o empeoran sobre una pista dura o muy pesada. Otros caballos por su forma específica de correr (de paso único, de final potente etc...) ven como sus aptitudes de corredor cambian según que tipo de pista muchas veces apartándoles de la propia victoria.
c) El propio recorrido de la carrera y el diseño del hipódromo.
Todos los hipódromos, exceptuados los que están pensados únicamente para carreras de obstáculos, aunque guardan alguna relación en el diseño de sus pistas ( suelen ser más o menos ovalados con dos rectas y dos curvas de radio más o menos largo) no ofrecen un mismo recorrido ni pueden establecer las mismas distancias. Este hecho hace que, dependiendo de las condiciones de los caballos, unos se adapten mejor a unas pistas que a otras.
Un ejemplo claro: Hemos de tener en cuenta que una pista con un recorrido corto en la que hayamos de pasar unas cuantas veces por la línea de meta y, en consecuencia, multiplicar el número de giros para cumplir la distancia no afecta lo mismo a un caballo con un número determinado de condicionantes físicos (caballos grandes o con poca maniobrabilidad) que otra en la que, por su magnitud o largueza, no obligue a realizar tantas curvas.
Por otra parte, muchas veces no es desdeñable la influencia o importancia que respecto del resultado puedan tener otros factores de la pista. Factores como el que se corra a mano derecha o izquierda, la longitud de la recta final, el nivel ascendente o descendente de ésta, lo cerradas o abiertas que sean las curvas, su peralte etc....
Finalmente, el estado de forma del caballo, es con mucho el factor fundamental a la hora de valorar las posibilidades de victoria de un caballo. Un buen estado de forma física y atlética acercará al caballo al desarrollo de su máximo valor y nos dará idea de las posibilidades de mejora que puede alcanzar en carrera.
Unas veces, cuando hemos otorgado en las primeras carreras de la competición de un caballo " valores de contraste " que nos indican que puede alcanzar posiciones de victoria, una situación de forma ascendente y clara nos dejará clara esa posibilidad.
Otras veces, una vez que ya sabemos de manera manifiesta el valor del caballo por el gran número de carreras corridas, cuando sabemos que el estado del mismo es de mejora y su situación ascendente, es previsible que dando su valor real y dependiendo de las condiciones de la carrera se pueda acercar al valor máximo, que alguna vez consiguió. Este factor provoca que, muchas veces, una información fidedigna sobre el estado de forma y evolución del caballo en la pista (entrenamientos), junto con el análisis de las condiciones de la carrera, si hemos sido capaces de " tablearle" en su justo valor nos descubra un ganador sorpresa que puede reportarnos grandes dividendos en apuestas.
Como hemos visto, los factores y elementos con los que se puede saber el valor de un caballo y la manera en que hemos de "handicapearlo" son muchos.
En cualquier caso, no debemos asustarnos o considerar que hacer unas buenas tablas o "destripar un handicap" es una misión imposible. Saber analizar todos los datos dependerá de la práctica a la hora de ver una carrera ( cuantas más carreras veamos más sencillo nos resultará) y del "ojo clínico" o la intuición de cada tablista para valorar los factores correctores del resultado definitivo de la carrera (el valor real de lo ofrecido por el caballo en la misma y el partido que de él ha sabido sacar su jinete en función de las condiciones particulares de la misma).
No podíamos dejar de hacer referencia entre tantos elementos y factores correctores algo tan fundamental en las carreras de caballos como es el tiempo invertido en una carrera.
Si no lo hemos mencionado en las clasificaciones precedentes es porque tiene una singularidad especial y muchas veces a la hora de llevar unas tablas puede ayudarnos tanto como confundirnos en la misma medida.
El tiempo invertido en una carrera, muchas veces sin más, sólo es síntoma del ritmo con el que se ha corrido ésta (carreras técnicas o tácticas), o del estado de la pista (dura, blanda, pesada o muy pesada) dándonos una idea de si por las condiciones específicas del caballo, éste se ha podido ver beneficiado o perjudicado. En estos casos, el tiempo realizado llevado a su extremo en cada tipo de pista, una carrera muy rápida o muy lenta, sólo nos permitirá valorar a algunos caballos sin margen de error.
En otras ocasiones el tiempo invertido, por la propia extrañeza o anormalidad del mismo, si puede tener significación según el estado de la pista en que se haya corrido. Un ejemplo claro: Un tiempo anormalmente rápido de un caballo en una pista muy pesada puede evidenciar su aptitud para esta pista y por tanto su índice de mejora cada vez que se dispute una carrera en esas condiciones.
No podemos dejar de comentar que algunos especialistas utilizan el tiempo para establecer el valor de los caballos. Esto ocurre cuando no existen enfrentamientos habituales o los elementos de valoración no son muchos. Esta circunstancia nos lleva a tener en cuenta el tiempo de los entrenamientos en los debutantes y los primeros enfrentamientos a dos años.