sábado, 7 de julio de 2007

1.Introducción a las Tablas de Valores


El neófito que, sin ninguna información previa, se acerca un buen día a contemplar las evoluciones de un pura sangre en un Hipódromo, probablemente, se preguntará al ver el programa de la jornada porqué en una misma carrera cada caballo porta un peso diferente. La respuesta es bien sencilla: las carreras de caballos son, amén de un noble deporte, un curioso juego de apuestas en el que se intenta, en la medida de nuestros conocimientos, igualar la posibilidad de todos los participantes para hacer más atractiva y reñida la competición.

Imaginemos que todos los caballos que corriesen en una carrera participasen en plenitud física y sin ningún condicionante externo. Probablemente, el compendio de todas sus aptitudes haría que en la línea de meta cada cual ocupase un lugar y marcase un tiempo muy diferente. Es de suponer que entre el primero y el último habría una gran distancia.

Dando por sentado que esa óptima condición de participación se mantuviese durante la temporada de competición, ese resultado, con pequeñas variaciones, sería casi siempre el mismo. El resultado obvio un fácil y aburrido pronóstico donde no existiría el factor sorpresa.

Pues bien, hace mucho tiempo un personaje muy singular, el Almirante Rouss, pronunció un aforismo que, más tarde, contribuyo a hacer que este deporte, donde se resaltaban las particulares y muy diferentes situaciones de potencia y velocidad de cada pura sangre, se convirtiese en un apasionante juego en el que no cupiese esa recurrencia de resultados. Algo tan sencillo, claro y elocuente como: " Dadme un caballo y peso y lo convertiré en una tortuga ".

En fin, se trata de igualar las posibilidades de los participantes, a través de un "handicap", una dificultad añadida (el peso), para que todos puedan tener una oportunidad de ganar. Hacer que el aficionado disfrute más ofreciendo, a priori, una enconada lucha por la victoria y, en su caso, proponer un pronóstico igualado para conseguir que el apostante no tenga fácil su apuesta.La mayoría de la carreras que se disputan en una temporada se programan bajo esta condición de "estudiada" igualdad, pero existen unas pocas en que esa presunción de que todos los caballos corren con similares posibilidades de victoria se rompe.

Existen un determinado número de pruebas en las que lo que se trata de conseguir es saber que pura sangres, en función de su sexo o edad, destacan fuertemente sobre los demás. Compiten entre si los mejores a pesos iguales según sexo y edad para saber cuál es el de mayor calidad entre ellos y asegurar así en el futuro, que sus cualidades puedan transmitirse en su descendencia como sementales o yeguas de cría.

Estas carreras, que podemos llamar "clásicas", son la base en las que nuestro deporte se sustenta para proyectar el futuro de la competición y asegurar el nacimiento de futuros campeones. Es la esencia de este deporte y lo que ampara la supervivencia de este espectáculo deportivo que es también un millonario juego de apuestas.

Pues bien, excluyendo las carreras a "pesos iguales", para hacer más vivo e intenso el juego de las apuestas el resto de las carreras se programarán en función de un número de condicionantes que poco a poco iremos desarrollando. Ahora nos fijaremos en el más importante: el handicap.
Normalmente handicap es toda aquella situación de dificultad que hay que vencer para conseguir un objetivo. Después de la introducción previa y para no complicarnos mucho, diremos que el handicap en nuestras carreras de caballos es el peso que tiene que portar cada caballo en una carrera según su edad, sexo y valor para igualar su posibilidad de victoria a la de sus rivales.Imaginemos que se nos encarga programar la disputa de una carrera teniendo que igualar la posibilidad de los participantes. Según lo apuntado tendremos que tener en cuanta tres condicionantes el sexo, la edad y el valor que tiene el caballo.

Los dos primeros son objetivos y responden a unas reglas de valoración fijas, el tercero sin embargo se corresponde al criterio particular que tengamos de las aptitudes del animal durante la disputa de varias pruebas: su valor en carrera.Esto que parece tan complicado lo hacen de manera "oficial" unas personas que llamamos handicapers. Son personas especializadas que, después de una intensa práctica y habiendo visto un gran número de carreras, son, a priori, capaces de determinar, con un mínimo margen de error, el valor que puede dar un pura sangre en la competición asignándole para ello un valor numérico.

Establecido un valor numérico para todos y cada uno de los caballos que corren tendremos el handicap oficial, es decir, el valor que cada caballo tiene respecto a los otros. Si a eso añadimos los condicionantes de edad y sexo podremos saber en todo momento el peso que un caballo "debe conceder" a otro en una carrera para partir en iguales condiciones que otro de inferior valor.

Más adelante explicaremos los límites en los que se mueve el propio handicap (pesos máximos y mínimos en carrera, descargos y recargos etc...) ahora nos conformaremos con saber que el handicap es un valor subjetivo que establecen una o varias personas con animo de intentar acercar las posibilidades de todos los participantes.
El conocimiento del valor de un caballo es pues un elemento subjetivo. Es esa subjetividad la que hace que todos y cada uno de los aficionados y apostantes podamos tener al respecto nuestra propia opinión. La posibilidad de que todos y cada uno de nosotros podamos crear nuestra propia tabla de valores, con ello el deporte de las carreras de caballos se convierte en un atractivo juego añadido en el que cada día nos iremos dando cuenta de que no todo es azar.

Aún más, podremos convertir este juego en una apuesta en el hipódromo. Si confiamos en nuestra particular opinión sobre el valor de un caballo y creemos que el peso que se le ha asignado en una carrera favorece su posibilidad de ganar, podremos ganar unas apuestas poniendo en juego nuestros propios conocimientos. Con ese poquito de suerte e intuición siempre necesarias, y nuestra firme opinión si creemos haber adivinando el error de cálculo de los handicapers profesionales en la valoración de un caballo podremos tener un ganador en potencia.

Poco a poco nos iremos convirtiendo en handicapers aficionados y llegaremos a la conclusión que por encima de la propia competición, las tablas de valores son un juego increíblemente apasionante.

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